Hoy, cada vez hay más clientes que buscan el precio. En todo.
Como si todo fuese como la gasolina, por lo que se busca la gasolinera más económica antes de escoger dónde hacer el lleno.
Nosotros respetamos mucho, por supuesto, las dificultades económicas que afectan a las familias actualmente. Son las mismas que afectan a las empresas.
Somos conscientes de que un sofá no es un bien de primera necesidad, ni una inversión.
Solo es una pieza de la casa.
No por ello nos rendimos.
A las materias primas que no sean excelentes.
A trabajos que no sean manuales al 100%.
A renunciar a la madera maciza para nuestros sofás.
A no recompensar como es debido a los artesanos que trabajan con nosotros desde décadas, fomentando la transferencia del valor inestimable de sus habilidades a los jóvenes.
En el precio se halla el valor (además del trabajo, aspecto muy fuerte para quien no deslocaliza en oriente, sino que insiste en dar trabajo a las gentes del entorno).
Y no queremos dejar de ayudar a nuestros clientes a entender mejor nuestra propuesta de valor con todos las herramientas y la información necesaria.
La relación entre precio y valor –según nuestro parecer– es lo que hace que la elección de uno de nuestros productos sea una buena elección.
Nos atrevemos a decir: una elección económica a largo plazo.