Como cada año, el 25 de marzo nuestra compañía ha guardado unos minutos de silencio para recordar a Fioravante Berto, fundador de esta empresa junto con su hermano Carlo.
Entre lo mucho que nos dejó, al fallecer de forma prematura el 25 de marzo de 2013, fue su capacidad de mirar hacia adelante.
Y es justamente esto lo que se me ha ocurrido, tras estos minutos de conmemoración en la empresa.
Mientras las caras apartaban la mirada para luchar contra la conmoción, mientras las manos volvían a las prácticas laborales…. mientras el silencio dejaba paso –paulatinamente – al trabajo y al ruido que lo acompaña.
Ruidos de manos, ruidos de cosas, ruidos de taller.
Pienso que al pasado se le otorga el respeto del silencio, pero por otra parte el futuro reclama para sí mismo sonidos y ruido.
Creo que a él, a mi padre, no le habría gustado mucho el silencio del recuerdo, pero estoy seguro de que le hubiera encantado el ruido del taller que vuelve a ponerse en marcha.
Porque el futuro posee el sonido del trabajo, y ningún pasado – por muy importante que sea, por muy ligado que esté a una figura fundamental, por muy apegados que estemos nosotros – tiene el mismo valor que un taller que funciona a pleno ritmo.
Quizás, por todo esto, antes de dedicar 5 minutos de silencio a Fioravante Berto, deberíamos dedicarle un año de trabajo .
Con todo el ruido de futuro que esto conlleva.