Allí dónde se atreve el Made in Italy. Es decir vender italiano a los italianos. Y a los franceses. A los alemanes, a los ingleses, a los españoles y a los ciudadanos de todo el mundo.
El Made in Italy es un concepto algo raro, es una de esas ideas que toma una luz diferente dependiendo de los puntos de vista.
A menudo, y sobre todo últimamente que centramos todas nuestras energías en la distribución, nos ponemos a pensar en este importante patrimonio que compartimos con muchos otros, en el mercado y en la vida.
Desde el punto de vista de la política, – y de esto hace ya algunos años – es una especie de carta ganadora, un comodín que, gracias a la capacidad productiva que genera nuestro territorio, nunca deja de proporcionarnos satisfacción.
Desde el punto de vista de quiénes venden en el extranjero con una marca italiana, representa por supuesto un sello de prestigio, del que podemos sentirnos orgullosos.
Desde el punto de vista de quiénes venden en el extranjero sin ser italianos y sin tener nada que ver con Italia, es un buen método para buscar un acceso rápido de ganarse la confianza y la fama en relación con la calidad del producto, aunque a menudo esa calidad no tiene nada que ver con la nuestra.
Por otra parte esta representa una cuestión de la que se ocupan a menudo los medios de comunicación y los observadores, conocida como Italian Sounding.
Pero desde el punto de vista de los italianos que compran en Italia, nadie parece preocuparse demasiado.
En este último periodo, estamos reflexionando mucho en ello, ahora que estamos apostando fuerte en las áreas a nuestro alrededor.
Y no estamos hablando de América, o de Asia, ni de Europa. Más bien del Triveneto, del Centro de Italia, de la Brianza y del Piamonte.
Sentimos que nadie se ocupa de todo esto realmente porque para un italiano – sea romano, milanés, siciliano, veneto, piamontés, de la Puglia, de Cerdeña, romañolo – la calidad de la producción italiana es algo que simplemente está ahí y existe.
Quienquiera que haya tenido la suerte de nacer en nuestro maravilloso y extraordinario país, ha venido al mundo en un ambiente en el que tropieza mil veces al día con la calidad artística, la sensibilidad por la belleza y – a nivel manufacturero – la mejor capacidad de todo el planeta.
Nosotros nos encargamos del producto realizado a medida , del producto de sastrería: ¿hay alguién en Italia que no conozca el valor de un traje bien hecho, de una prenda realizada como Dios manda, de una chaqueta que sienta como un guante?
Nuestros diseñadores se lo han enseñado a todo el mundo, pero a menudo han sido nuestras madres, nuestras tías y nuestras abuelas las que han desarrollado ese saber hacer, entre un café y una charla entre amigas.
¿Y la moda? Está en la sangre, antes de llegar a las tiendas.
¿Y qué pasa con el Diseño Industrial?
A ver si me decís en qué sector – del automóvilistico al electrodoméstico, para llegar hasta el mundo de la decoración – los italianos han sido y siguen siendo, maestros indiscutibles.
Y eso sin hablar de lifestyle: el buen comer y el buen beber, saber vivir, dialogar con las artes e interpretar el espíritu del tiempo.
¿En qué lugar, más que en Italia, somos maestros de todo esto? En ningún sitio.
Ésa es la razón por la que, en el momento en que nuestra empresa inaugura exposiciones BertO Salotti en el Veneto y en el Piamonte, combinando las nuevas exposiciones con las que ya existen en Roma, en la Brianza y en Emilia, se nos ocurre pensar que la perspectiva con la que nuestro sistema de distribución se está enfrentando no es la de una ciudad o la de una región; en realidad es más bien el mundo de la calidad extraordinaria, el universo de lo inalcanzable, la dimensión cultural de la belleza absoluta.
En un país exótico, difícil, extremadamente sofisticado y descorazonado que se llama Italia.
¡Nos pondremos manos a la obra!.
Filippo Berto