En el día en que se cumple un año del fallecimiento de mi padre, Fioravante Berto, cofundador de BertO junto a su hermano Carlo Berto, quiero rendir un homenaje a ambos.
Fioravante y Carlo. Dos hermanos, una familia, una empresa.
Un mundo, diría yo, si pienso en toda una vida de historias, anécdotas, momentos y tiempos inolvidables.
No hay un solo día de mi vida, tanto profesional como laboral, en el que no tenga a mi lado la presencia inspiradora de estas dos figuras: una en lo más profundo de mi alma, y la otra extraordinariamente presente y activa, a sus 77 años.
Hace unos días, Carlo Berto y yo nos sentamos el uno frente al otro para conversar.
(No es que sea un caso especial, tengo la inmensa suerte de poder hablar con él a menudo, pero la otra noche quise hablar con él porque tenía algunas preguntas concretas en mente. Estaba pensando en mi padre, pero también en mí, en la empresa y en el camino que estamos siguiendo).
Antes de comenzar esta fantástica entrevista, me gustaría decir que:
a) sin Carlo Berto y su trabajo junto a mi padre Fioravante, empezando por la creación de la empresa en el 74 en adelante, la empresa actual no existiría, y probablemente yo tampoco, profesionalmente hablando
b) todavía hoy, con 77 años de edad y 58 de BertO, Carlo Berto es un pilar fundamental de la empresa
c) le estoy infinitamente agradecido y nunca podré pagarle todo lo que ha hecho
Estas líneas tratan de contar el privilegio que supone tener siempre cerca a una auténtica leyenda y poder hablar con él y ser escuchado.
¡Además, en esta entrevista queda patente que a un servidor le queda todavía mucho por aprender!
Filippo: Tío, háblame de cuando empezasteis tú y mi padre.
Carlo: Era el año 1974, todo empezó con un taller… lo hicimos con nuestras propias manos, queríamos un taller grande que fuera nuestro.
Nos llevó mucho tiempo construirlo, pero mereció la pena.
Trabajamos para todas las empresas de la zona y los días eran interminables. Había mucho trabajo y nos entregábamos al máximo. Muchísimo trabajo.
Filippo: ¿Cuándo aprendiste a hacer capitoné?
Carlo: De pequeño… empecé a trabajar después del 5º grado, fui al taller a que me enseñaran y así aprendí.
Poco a poco fui creciendo, cambié de taller una vez para cumplir los requisitos legales y después con Ante dimos el paso y comenzamos nuestro propio negocio.
Y luego comencé a enseñárselo a los ayudantes que teníamos.
Tardaron un par de años en aprender, incluso más… el capitoné no es una técnica sencilla.
Filippo: ¿A cuántas personas has enseñado?
Carlo: Oh, a muchas… (empieza a recitar una lista de nombres, prácticamente media Brianza), luego todos se abrieron su propio camino, montaron sus propias empresas, a muchos de ellos los conoces.
Filippo: Cuéntame cómo era una jornada para vosotros en aquella época.
Carlo: Mucho trabajo, pero también mucha diversión.
Sobre todo trabajo.
Yo jugaba al fútbol, y a veces venían al taller a decirme: “Ven, necesitamos un portero”, pero no siempre podía ir, había demasiado trabajo.
Piensa que trabajábamos desde primera hora de la mañana hasta las 7 de la tarde, y después a las 8 volvíamos y seguíamos trabajando hasta altas horas de la noche.
Y al final, ¿sabes qué hacíamos antes de volver a casa? ¡Jugábamos al ping-pong!
Filippo: ¿Y los sábados y domingos?
Carlo: A menudo nos tocaba trabajar también sábados y domingos.
Pero también nos divertíamos… ¡una vez, durante un partido Carpinteros-Tapiceros, un contrario que nos surtía de relleno me marcó un gol y, mientras marcaba, me dijo: “esto es un rizo”, que era el nombre de uno de nuestros sofás!
Todos nos conocíamos, del trabajo o no, pero estábamos todos en contacto; cada uno hacía lo suyo y trataba de hacerlo lo mejor posible.
Filippo: ¿Cómo era trabajar con mi padre en aquella época?
Carlo: Ante era estupendo, tenía un buen carácter, era un hombre muy bueno.
Sabía hacer su trabajo mejor que nadie.
Filippo: ¿Tú también?
Carlo: Éramos diferentes. Yo, sin mi taller y sin el trabajo de mis manos, estaba perdido, pero él era muy bueno vendiendo y tratando con la gente.
Todo el mundo adoraba a tu padre porque era muy bueno en su trabajo y servicial, muy servicial.
Era el mejor en el trato con los clientes.
Pero sabía hacerse respetar… ¡un día, delante de un cliente que, una vez terminado nuestro trabajo no quería pagarnos, tu padre estuvo a punto de prender fuego al sofá, aquí mismo en el patio!
Filippo: El año pasado tuviste un pequeño percance en el tobillo que te tuvo inmovilizado durante unas semanas, pero en lugar de quedarte en casa, te hiciste con una silla de ruedas y viniste al taller como si no pasara nada. ¿Por qué?
Carlo: Creo que los jóvenes necesitan ayuda, a menudo me la piden, acuden a mí y creo que necesitan que les eche una mano.
Por eso quería que supieran que estaba allí con ellos.
Filippo: ¿Qué opinas de la empresa en la actualidad?
Carlo: Creo que vamos muy bien, y veo que estáis haciendo muchas cosas útiles y a mucha gente muy buena en su trabajo.
Pero Filippo, deberías contarme más sobre lo que estás haciendo…
Lo admito: mi tío Carlo Berto tiene tazón en todo, incluyendo al hablar de mis defectos (fue benévolo y solo mencionó uno).
Y es un ejemplo.
El ejemplo de una vida dedicada a hacer realidad un sueño, iniciado a los 19 años y que hoy, a los 77, se mantiene joven y en pleno desarrollo gracias a toda nuestra energía, pero con él como uno de los motores centrales.
El ejemplo, tanto humano como profesional, de una forma de trabajar que siempre ha sabido ponerse al servicio de los demás con sencillez y generosidad: solo así los dos hermanos pudieron construir BertO sin peleas ni divisiones.
El ejemplo para los jóvenes, que todavía hoy, en el taller, en las oficinas y en los showrooms, reconocen el valor de quienes creyeron en la empresa para la que trabajan… antes incluso de que existiera. Y que continúan haciéndola mejor cada día.
Un ejemplo para mí, un ejemplo de tantas virtudes que no puedo ni empezar a enumerarlas… Solo mencionaré una, la modestia, combinada con una capacidad de trabajo que impresiona.
A todos nos inspira, todos intentamos estar a la altura del nombre escrito en la puerta de la empresa, una de las muchas cosas que Carlo y Fioravante nos han dado.
Fioravante y Carlo Berto construyeron los cimientos de nuestra empresa. A partir de sus enseñanzas, estamos construyendo el BertO del futuro. De ahí nace nuestro libro “Lo Spirito del 74: 74 parole chiave per vivere felicemente la passione per il proprio lavoro” (“El Espíritu del 74: 74 palabras clave para vivir con felicidad la pasión por el trabajo propio”).
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